I. LA TUNA EN EUROPA
1.1. Orígenes
La
Tuna es una fraternidad de varones universitarios (por extensión también
egresados que hayan sido tunos en su época de estudiantes), quienes, haciendo
uso de su más fina picardía y musicalidad, mantienen vigente la tradición
estudiantil más añeja del mundo, reivindicando y promoviendo sus costumbres.
Los
orígenes de esta noble hermandad deben rastrearse en los albores de la universidad
misma, allá por el S. XI cuando Europa dio al mundo los primeros Studia Generalia [1] (lat. estudios generales; en singular Studium Generale). A estas
instituciones, cuna de la intelectualidad en la edad media, acudían estudiantes
de toda condición social. Por lo que,
los estudiantes pobres (que tampoco es que hayan sido mayoría en estos centros
de formación, donde quien tenía dinero se educaba), aquellos que no podían
solventar holgadamente sus estudios, pagarse residencia o alimentación [2], buscaban
hacerse mantenencia con sus habilidades musicales, tocando y cantando a cambio
de dinero o comida [3].
Al
respecto, el Arcipreste de Hita escribe en su “Libro del buen amor”: “Señor dat a escolar que vos viene a damandar. Dat limosna o ración faré por vos oración”.
Aquellos
estudiantes fueron conocidos en España como sopistas,
en alusión a la sopa de la cual se alimentaban y que recibían -principalmente-
en los conventos a cambio de dar cante y recitar sus latines, de ahí que estos
estudiantes anduviesen siempre provistos de cuchara y tenedor de madera (Cervantes
2004, 323), implementos que en la actualidad se han convertido en los símbolos
de la Tuna por excelencia.
Además del carácter mendicante de estos estudiantes, sus dotes de galanes eran bien conocidos en la Europa medieval, donde el oír serenatas al pie de un balcón era harto frecuente. Podemos hallar evidencia histórica de ello en el Liber Constitutionem -suerte de estatuto- de la Universidad de Lérida (1300), donde se prohibía a los estudiantes hacer rondas nocturnas bajo pena de confiscarles los instrumentos porque rompen el silencio y descanso de la ciudad.
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Estudiantes sopistas a las puertas de un convento (Sebastián María Gabriel de Borbón). http://www.museodelestudiante.com/Pieza/Pieza3AA.htm |
Además del carácter mendicante de estos estudiantes, sus dotes de galanes eran bien conocidos en la Europa medieval, donde el oír serenatas al pie de un balcón era harto frecuente. Podemos hallar evidencia histórica de ello en el Liber Constitutionem -suerte de estatuto- de la Universidad de Lérida (1300), donde se prohibía a los estudiantes hacer rondas nocturnas bajo pena de confiscarles los instrumentos porque rompen el silencio y descanso de la ciudad.
Quizás
no hayan sido propiamente los estudiantes de antaño quienes implantaron la
costumbre de la ronda o serenata, pues, ésta puede adjudicársela a los
trovadores [4] y
juglares [5].
Pero, no obstante ello, nadie puede negar que un gesto lleno de tanto romanticismo
supo ser muy bien practicado por los antiguos universitarios, al punto de que
el rey Alfonso X el Sabio escribiera en las “Siete Partidas”: “Yuntamiento que es fecho d´escolares trovadores, per aver mantenencia, andar las tierras e servir las dueñas dellas con cortesanía”.
Esta
noble costumbre es mantenida por la Tuna actual, como parte de su esencia
estricta de tradición, así como por la debilidad del tuno por las féminas. De
ahí que sea imperioso traer a acotación la costumbre de las cintas que el tuno
prende en su capa como recuerdo de las mozas que ha rondado y que en señal de
aprecio obtiene de éstas con alguna frase bordada que le harán recordar algo de
ella.
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Estudiantes de la Tuna dando serenata (Doré). http://www.museodelestudiante.com/Pieza/Pieza3AA.htm |
Con
el devenir del tiempo, el sentimiento de camaradería entre estudiantes iría forjando
al estamento estudiantil bajo cierta autonomía y sentimiento corporativista, generándose
reglas y costumbres propias, lo que se vería acentuado por las preminencias que
la legislación de la época le confería ha dicho estamento [6].
Así, pues, podemos destacar la inmunidad que ostentaban los estudiantes para
comparecer ante la judicatura ordinaria, dado que, en virtud del juramento de obediendo rectori sólo podían someterse
al juicio del rector [7].
En
este contexto -de cierta autonomía estudiantil- nace la Instrucción para bachilleres de pupilos (1538). Esta institución
significó toda una reforma social en la Universidad de la época, pues, en
mérito de ésta los estudiantes que no podían costearse una vivienda en el
campus, eran acogidos en pequeñas residencias compartidas bajo la dirección de un
estudiante de años superiores quien recibía el nombre de bachiller de pupilos (Vomelová 2008, 9). Como era de esperarse, estas casas eran
habitadas en su gran mayoría por sopistas, siendo locales de formación para sus
cofradías.
Podemos
encontrar referencia a la vida licenciosa de los sopistas en “La vida del
Pícaro Guzmán de Alfarache”, obra escrita por Mateo Aleman, el cual dice: “… no
querían ver libro, ni atender a lo que habían venido a la Universidad, jamás se
les caían las guitarras de las manos, daban mucho entretenimiento, cantaban muy
buenos sonetillos y siempre tenían de nuevos, y los sabían hacer muy bien y
pasar el instrumento”.
El
estudiante que deseara integrarse a las cofradías sopistas era tratado como
aprendiz y novato, debiendo obediencia a los estudiantes veteranos a quienes
servían como escuderos a cambio de recibir instrucción en las artes picarescas,
hecho que permitía a los sopistas pobres que carecían de criados, llevar una
vida semejante a la de los estudiantes ricos (Vomelová 2008, 9). Sin embargo,
no podemos dejar de mencionar que, como parte de la extrema jocosidad y el
“pago de derecho de piso”, los bisoños estudiantes eran expuestos a una serie
de novatadas y bromas [8] (algunas de ellas muy pesadas), hasta ser admitido como un miembro más de la
hermandad, ganando su veteranía y gozando de los derechos que importaban esta
condición.
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Grabado de un estudiante "nevado" (una de las tantas novatadas). |
Francisco
de Quevedo, en su célebre obra “Historia de la vida del Buscón llamado don
Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños”, narra con exquisitez el
momento de admisión de un novato como veterano: “Viva el compañero, y sea
admitido en nuestra amistad; goce de las preeminencias del antiguo; pueda tener
sarna, andar manchado y padecer el hambre que todos”.
Aquel
orden vertical entre los estudiantes veteranos y novatos, es una costumbre que
la Tuna ha mantenido vigente. De tal forma, que el estudiante que quiera
integrarse a la Tuna debe pasar por un período de aprendizaje conocido como pardillaje, en el cual el pardillo o
novato debe aprender -entre otras cosas- a desinhibirse, tañer un instrumento,
a conocer y llevar en forma adecuada la tradición; y, claro está, ser sometido
a una serie de pruebas y novatadas, como parte de las costumbres que el estudiante
tunante no ha perdido con el paso de las generaciones.
Mención
especial merece la costumbre de los antiguos estudiantes de agruparse en
pequeñas compañías de hasta cuatro o cinco integrantes para, en época de
vacaciones, hacer el camino de regreso a casa (que era movilizarse de una
ciudad a otra) recorriendo cuantos mesones y tabernas encontrasen a su paso,
siempre sin dejar de hacerse mantenencia gracias a sus habilidades de buenos
tañedores. Esta costumbre sería llamada correr
la tuna, y aunque no esté del todo claro el origen del nombre, algo que sí
puede decirse es que por ello los estudiantes que practicaron tal costumbre
fueron llamados tunos.
Las
anécdotas y peripecias de los tunos son muy bien narradas por la literatura
picaresca del siglo de oro español, por ser estampas cotidianas en la vida
de la sociedad española de la época. Gracias a ello, se dieron a conocer las
bromas y picardías que les ganaron mala fama, así como sus más variados amoríos [9].
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El tunar de los antiguos estudiantes. http://www.museodelestudiante.com/Pieza/Pieza114.htm |
1.2. La institucionalización de una tradición
A
mediados del S. XIX se da inicio a una serie de reformas en la universidad
española, tales como la supresión del fuero académico (1834), con lo que los
estudiantes perdieron los privilegios que les asistía. Del mismo modo, en el
marco de estas reformas, se suprimiría en el año de 1835 el uso del traje
estudiantil y un año después se cambiaría el plan de estudios, reorganizando
así a la institución universitaria (Cf. Fuentes 1872, 427 y ss.).
Julio
Monreal (1879, 9) escribiría al respecto: “Por fin vino un día funesto para la
tuna. Mandose, de orden superior, suprimir tricornio, manteos y sotanas, y por
más que digan que el hábito no hace al monje, desde aquella fecha perdieron los
escolares sus antiguas tradiciones”.
Aquella
trágica cita no haría sino poner en manifiesto una realidad que asolaría a España
por décadas: las antiguas costumbres estudiantiles se habían perdido en el
tiempo.
Sobre
ello, Javier Fuentes dice (1872, 427): “Desde que se planteó el nuevo plan de
estudios de 1836 organizando de otro modo los Seminarios, Universidades e
Institutos, y suprimidas las Universidades de Salamanca y Alcalá, que fueron
tan célebres, no hay costumbre de ir los estudiantes en tuna, quedando sólo
como recuerdo algunas comparsas de estudiantes que tocan y cantan jotas, y
postulan por las calles durante el Carnaval; habiéndose abolido el uso del
traje talar, ya estudiantil como externo ya interno o de beca, en la Revolución
de Setiembre de 1868”.
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Estudiantes en carnaval. http://www.museodelestudiante.com/Pieza/Pieza101.htm |
Y es que, en efecto, pese a los embates que sufrió el estamento estudiantil, no todo terminaría siendo penurias, pues, con o sin intención, las representaciones de carnaval que se hacían sobre las correrías de los antiguos estudiantes tunantes, donde las comparsas se disfrazaban a la vieja usanza, cantando y trovando, como en épocas pasadas lo harían sus antecesores sopistas (Cf. Tuna de Derecho de la Universidad de Santiago de Compostela 2005), revivirían la llama de una vieja tradición, pero que se iría adaptando a un nuevo contexto.
Es
así que entre tardes de carnaval y la nostalgia por antiguas costumbres, un
grupo de estudiantes funda, en el año de 1876, la Tuna de la Universidad de
Santiago de Compostela, considerada la decana de todas las Tunas. A partir de
aquí el tunar sufrió una transformación, pues ya no se trataba solamente de
grupos de sopistas que buscaban hacerse mantenencia con su talento y picardía,
sino que se trascendió a un nivel institucional y representativo de las
universidades.
Así,
“[l]os grupos organizados por universidades y facultades o estudios
universitarios, de la forma que lo concebimos actualmente tienen su origen en
los grupos que a finales del siglo XIX se formaron por ciudades para rememorar
dichas actividades de correr la tuna. Estos grupos estaban mejor organizados,
con una base mayormente musical y eliminando las costumbres que habían creado
mala fama a dichas agrupaciones o estudiantes de décadas anteriores aunque
respetando el sentido y la filosofía del estudiante bohemio, pícaro y galante”
(Tuna de Medicina de la Universidad de Murcia s.f.).
Ese cambio de concepción entre el tunar de los antiguos estudiantes y la Tuna entendida como institución universitaria, se vio representado en el año de 1877, cuando el rey Alfonso XII recibe a un grupo de tunos que van a tocar al Palacio Real, obsequiándoles 12,000 reales. Este acto dotaría a la Tuna con aquel sello de oficialidad que le haría parte de la actividad social y universitaria en general (Jiménez Mayor s.f.).
Ese cambio de concepción entre el tunar de los antiguos estudiantes y la Tuna entendida como institución universitaria, se vio representado en el año de 1877, cuando el rey Alfonso XII recibe a un grupo de tunos que van a tocar al Palacio Real, obsequiándoles 12,000 reales. Este acto dotaría a la Tuna con aquel sello de oficialidad que le haría parte de la actividad social y universitaria en general (Jiménez Mayor s.f.).
En
el año de 1878 la Estudiantina Española conformada
por 64 estudiantes de diversas universidades madrileñas, viaja a la “Exposición
Universal de París”. La impronta dejada por esta estudiantina radica en el
hecho de que en este viaje se usa por vez primera el traje de Tuna, confección
a cargo del sastre del Teatro Real de Madrid, quien realiza el diseño inspirado
en el viejo uniforme estudiantil [10] y
en el traje de galán medieval: “jubón y gregüescos de terciopelo negro con
botones de acero, y ancho cuello de encajes; medias de seda, también negras;
zapatos de charol con lazo de igual color y hebilla de acero; guante blanco de
cabritilla; gorra de terciopelo con un nudo de cinta amarilla y encarnada en
unos pocos; en los más, sombrero apuntado (tricornio), y la funesta cuchara a
guisa de escarapela” (Museo Internacional del Estudiante s.f.). De más estaría decir que el traje que entonces
usó dicha estudiantina ha sufrido una serie de variantes hasta llegar al traje
que usamos hoy en día.
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La Estudiantina Española en París. http://www.museodelestudiante.com/Pieza/Pieza68.htm |
II. LA TUNA EN EL PERÚ
2.1. Antecedentes
A
las la formación de las primeras tunas españolas le sucedió todo un boom a lo largo y ancho de la Península a
fines del S.XIX e inicios del S. XX, sin limitarse a solo crear tunas en España
y Portugal, sino que además se crearon orquestas de pulso y púa que, al igual
que las tunas, también tañían bandurrias, laúdes y guitarras.
Este
fenómeno expansivo, permitió el contacto directo de la Tuna con el nuevo mundo,
primero como impresión musical, a través de la Estudiantina Fígaro [11] (una orquesta de pulso y púa, más no una Tuna, puesto que no estaba compuesta
de estudiantes universitarios), cuando realiza una gira por el norte y sur del
continente americano a fines del S.XIX e inicios del S. XX. El segundo contacto
con el tunar español (como veremos más adelante) se daría a mediados del S. XX,
a través de recíprocos viajes entre tunas del nuevo y viejo mundo.
Como
hemos anotado en el párrafo precedente, la Estudiantina
Fígaro paseo su arte y el conocimiento de los instrumentos típicos
españoles por -casi- toda América, sin embargo su influencia en el Perú no fue
más allá de afianzar aspectos musicales que ya habían sido desarrollados por
las misiones españolas en el país.
Un
antecedente interesante de posible expresión del tunar en Perú podemos hallarlo
a fines del siglo XIX, cuando en la ciudad de Lima en épocas de carnaval hacía
aparición la Estudiantina Fénix,
compuesta -probablemente- por estudiantes de la Universidad Mayor de San
Marcos, pertenecientes a la alta sociedad limeña, quienes tocaban a invitación
de selectas familias de la ciudad (Pinto-Bazurco Mendoza 2013). Lamentablemente,
la influencia de esta estudiantina no trascendió en el tiempo.
Es
curioso que pese a tener en nuestro país a la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos (fundada el 12 de mayo de 1551), decana de América, no se encuentren a
lo largo de su historia antecedentes fidedignos de actividades de estudiantes
tunantes. Juan Jiménez Mayor (s.f.) postula una teoría al respecto, y dice: “…las
tunas no existieron en el Perú antes tanto por la presión ejercida a los
estudiantes, como la no permisión de esta actividad en la colonia por no
tenerse como una ocupación sana. Cuando pudo implantarse o permeabilizarse ya
era demasiado tarde pues ya se estaba en el proceso independentista,
polarizándose las relaciones con ultramar. El largo período que surge entonces
después será de toma de conciencia por el propio estudiante de su rol activo y
el carácter impulsivo y dinámico que es propio de la juventud. Todo esto lo
lleva a implantarse una norma propia para aventurarse a conocer el mundo de una
manera singular, dando rienda suelta a sus dotes musicales y artísticas”.
2.2. Formación de la Tuna en el país
El
primer contacto registrado de los estudiantes peruanos con tunos españoles se
remonta a tiempos relativamente recientes, cuando en el año de 1962, la Tuna
Universitaria de Madrid (integrada por estudiantes de diversas universidades
del distrito universitario de Madrid) visita el Perú.
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Tuna Universitaria de Madrid (Lima, 1962). |
Durante
su estadía en Lima, la Tuna de Madrid dio diversos espectáculos, uno de los
cuales fue apreciado por Juan Ávalos, estudiante de la Universidad Nacional San
Cristóbal de Huamanga y tuno fundador de la Tuna de esta Universidad, quien
tras haber visto a aquellos tunos madrileños decidió formar una Tuna en su Alma Mater. Así es como nace la primera Tuna del Perú y
América, la Tuna de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, con lo
que se inició una prolija formación de Tunas en nuestro país durante los años
60 y 70 [12].
No
obstante la formación de aquellas primeras tunas peruanas, éstas “no
adoptaron ningún criterio real de los usos y costumbres del tunar pero si con
las ganas y el ímpetu de interpretar temas musicales y pasar un buen rato de
solaz entre amigos y que posteriormente fueron perfilándose como tuna pero aun
con incipientes características” (Pinto-Bazurco Mendoza 2013). Prueba de
ello es que en un principio no se usaba el verdadero traje de tuno, sino que se
hacía uso de suevos (Tuna de la Universidad San Cristóbal de Huamanga), ponchos
rojos (Tuna de la Universidad Peruana Cayetano Heredia) o ternos cruzadas por
una banda similar a la presidencial (Tuna de Derecho de la Universidad San
Martín de Porres). Y es que en verdad
poco se sabía de la tradición de Tuna, pero mucho se hacía por aprender de ella.
Es
recién a finales de los años 80 que se toma conocimiento de las más estricta
tradición (Pinto-Bazurco Mendoza 2013), y que mejor que a través de las
Tunas del más rancio abolengo sopista: la Tuna de Derecho de la Universidad
Complutense de Madrid (tras el viaje que la Tuna de Derecho de la Universidad
San Martín de Porres realiza a España en el año de 1987) y la Tuna de la
Universidad de Alcalá de Henares (que visita el Perú en 1989).
En
la actualidad, la tunería peruana se ha ganado su espacio en el ambiente
universitario y social, evidencia de ello es la gran explosión de Tunas que se
generó a lo largo y ancho del país durante los años 90 y 2000, teniendo como
indubitable corolario que al día de hoy sean pocas las universidades que no
alberguen en su seno a una Tuna (Pinto-Bazurco Mendoza 2013).
III. FUENTES DE REFERENCIA
Asencio
González, R. 2004. Tradiciones universitarias en el antiguo régimen: Antiquii
Mores Serventur. En: R. Martínez del Río y otros, Tradiciones en la antigua Universidad: Estudiantes, matraquistas y
tunos, Editorial de la Universidad de Alicante.
Andreu
Ricart, Ramón. 1994. Estudiantinas chilenas: origen, desarrollo y vigencia. Santiago de Chile: Fondart.
Anónimo.
1842. Costumbres estudiantinas. El día de San Lucas o de la matrícula. Pintoresco Español.
Anónimo.
1920. Costumbres escolares. El bachiller
de pupilos. El Adelanto.
Cervantes
Saavedra, Miguel de. 2004 [1605]. El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Madrid: Espasa Calpe.
Fuente,
Vicente de la. 1841. Costumbres estudiantiles. El alguacil alguacilado. Semanario Pintoresco Español.
Fuente,
Vicente de la. 1842. Costumbres Estudiantiles. El día de San Blas de Meco. Semanario Pintoresco Español.
Fuentes
y Ponte, Javier. 1872. Murcia que se fue. Madrid: Imprenta de
la Biblioteca de Instrucción y Recreo.
García
Herrero, María del Carmen. 2012. Asociaciones de jóvenes en el mundo rural
aragonés de la Baja Edad Media. En la España Medieval Vol. 35: 35-73.
Gómez
De Maya, Julián. 2011. José Zorrilla, el último manteísta (o la supresión del traje
talar en las Universidades). Cuadernos del Instituto Antonio Nebrija.
Jiménez
Mayor, Juan. s.f. Las Tunas: Análisis de un fenómeno contemporáneo en el Perú. www.usmp.edu.pe/tuna/inf_tuna/inf_cron/cronica.htm.
Monreal,
Julio. 1879. Correr la Tuna. La Ilustración Española y Americana.
Oliver
Pérez, Dolores. 1997. Antecedentes islámicos de las cantigas de escolares del
Arcipreste de Hita. Al-Andalus Magreb: Estudios árabes e islámicos N° 5: 203-222.
Pinto-Bazurco
Mendoza, Ricardo. 2013. Estudio del proceso histórico de la Tuna en el Perú. http://www.tunasanmarcos.com/2013/estudio-del-proceso-historico-de-la-tuna-en-el-peru/.
Quevedo,
Francisco de. 1626. Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños.
Santiago
Cividanes, Mariano de. 1928. Costumbres escolares. Patente, novatada y fiesta
del obispillo. El Adelanto.
Tuna
de Derecho de la Universidad de Santiago de Compostela. 2005. Historia de la Tuna. http://www.tunaderechosantiago.com/joo/index.php?option=com_content&task=view&id=27&Itemid=32.
Tuna
de Medicina de la Universidad de Murcia. Historia de la Tuna. http://www.murcia.com/tunamedicina/historia.asp.
Milton César Urbina Quiñones
"Pródigo"
________________________________________________________________
[1] Los Studia Generalia (Estudios Generales), posteriormente se organizaron
en gremios denominados Universitas
Magistrorum et Scholarum (Corporación de Maestros y Estudiantes). Entre los
primeros Studia Generalia,
posteriormente Universidades, encontramos a: Bolonia, Italia (1088); Oxford,
Inglaterra (1096) París, Francia (1150); Palencia, España (1208); Salamanca,
España (1218).
[2] En la antigüedad las universidades
eran verdaderas ciudades y las distancias entre estas y las villas, pueblos o
ciudades de origen de los estudiantes eran muy largas, por lo que tenían que
pagarse una residencia dentro del campus o cerca a éste.
[3] El dar limosna al estudiante era
una costumbre islámica que al ser adoptada por los estudiantes cristianos
medievales derivó en el famoso “paseo mendicante” (cantar a cambio de dinero o
comida) y la creación de cofradías sopistas (Oliver Pérez 1997, 203-222).
[4] Los trovadores fueron músicos,
poetas y cantautores, generalmente nobles, quienes cantaban al amor y al valor
de los caballeros en palacios y castillos. Tuvieron una gran importancia en la
Europa Medieval, principalmente en la región sur de Francia (Provenza) de donde
surgieron a fines del S. XI. Al extenderse por España tuvieron una gran acogida
en la zona norte (Galicia), donde sus canciones fueron denominadas cantigas (http://musicaedadmedia.webnode.es/musica-profana/trovadores/).
[5] Los juglares fueron músicos
ambulantes que se dedicaban a divertir al vulgo haciendo uso de todo tipo de
actividades (poesía, chistes, acrobacias, bailes, etc.) en plazuelas. No eran
compositores, sino que se limitaban a copiar los temas compuestos por
trovadores (http://musicaedadmedia.webnode.es/musica-profana/juglares/). Son famosas las fiestas
juveniles amenizadas por juglares durante la edad media, donde eran contratados
(Cfr. García Herrero, María del Carmen 2012, 35-73).
[6] “La acción tutelar de la
Universidad en sus buenos tiempos, es decir, cuando no era una oficina del
Estado, alcanzaba a los estudiantes, no sólo en la parte material, sino
también, y en gran manera, en lo moral (…) Sabido es que los reyes tenían buen
cuidado de renovar los privilegios concedidos por sus antecesores (puede
consultarse la extensa obra del Sr. Esperabé), y por ello los escolares estaban
exentos de pagar pontazgos, alcabalas, pechos, risas y demás tributos…”
(Anónimo 1920, 1).
[7] Al momento de matricularse el
estudiante debía de prestar el juramento de obediendo
rectori, en virtud del cual se sometía a lo que determinase el rector, lo
que incluía las sanciones en caso de faltar a las constituciones de la
universidad (Anónimo 1842, 6; Santiago Cividanes 1928, 1).
[8] Entre estas novatadas destacan: La patente, que consistía en un pago
que el estudiante novato debía de realizar a los veteranos, el cual bien podía
consistir en dinero o en una invitación a comer (Asencio González 2004, 56;
Santiago Cividanes 1928, 2). La nevada,
que consistía en una lluvia de salivazos que le propenderían estudiantes
veteranos al novel, al grito de íncipit
principia, quedando el atavío negro del novato tan blanco como si en verdad
le hubiera caído una nevada (Asencio González 2004, 53; Santiago Cividanes
1928, 3). Meter en rueda al novato,
consistía en rodearlo para luego golpearlo con los libros (Asencio González
2004, 53). Se cuenta que en Alcalá, durante la fiesta de San Antón (17 de
enero) los estudiantes veteranos al grito de “San Antón, los crasos al pilón”,
despojaban de sus prendas a todos aquellos que cursaban el primer año, quienes
para poder recuperarlas debían de intercambiarlas por dulces (Fuente 1841, 2).
[9] Se cuenta que los estudiantes de
Alcalá de Henares gustaban de viajar al pueblo de Meco (ubicado al norte de
Alcalá) durante el día de San Blas, patrono del pueblo, pues durante la fiesta,
además de solemnizar las actividades con sus cantes, podían enamorar a las
damas del pueblo, quienes mostraban notables preferencias por los jóvenes
estudiantes (Fuente 1842).
[10] Las reglas del traje estudiantil
rezaban: “Los estudiantes usarán en los días lectivos el rigoroso traje
académico; y en los demás irán vestidos con decencia, no permitiéndoseles un
lujo inmoderado. El traje académico será manteo y sotana larga hasta el zapato,
de bayeta negra con alzacuello, o bien separado o en la misma sotana, cerrado o
abrochado por delante sin descubrir el cuello de la camisa; chupa, calzón y
chaleco de paño negro u otra tela de lana, sombrero de tres picos, sin más
adorno que una presilla sencilla, y un calzado decente. Se les prohíbe gastar
cualesquiera géneros que no sean de fábricas españolas. A llevar traje
académico dentro de la Universidad se obliga igualmente a los Catedráticos,
Doctores y Sustitutos. Los militares y eclesiásticos usarán del suyo. El Tribunal
de censura anotará las señas que se le dieren de los estudiantes descompuestos
[sic]” (Gómez de Maya 2011, 242).
[11] “La Fígaro había sido fundada en Madrid, aproximadamente en 1878,
por iniciativa del destacado músico hispano Dionisio Granados. Desde sus
inicios realizó un intensa y extensa labor de difusión, primero en Europa y más
tarde en América, logrando generar gran avidez social por esta expresión
musical y por el cultivo de la bandurria” (Andreu Ricart 1994, 17).
[12] Esta primera generación de Tunas está conformada por: la Tuna de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (Lima, 1966), la Tuna de la Universidad Nacional San Agustín (Arequipa, 1968), la Tuna de la Universidad Católica Santa María (Arequipa, 1969), la Tuna de la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohman (Tacna, 1974), la Tuna de la Universidad Agraria de la Molina (Lima, 1977), la Tuna de Derecho de la Universidad San Martín de Porres (Lima, 1979) y la Tuna de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega (1979).