M. César Urbina Quiñones[1]
I. INTRODUCCIÓN
Cuando
pienso en lo más llamativo de la tuna, de forma inmediata se me viene a la
mente el traje de tuna. ¿Qué tuno en su andar no ha tenido que explicar en más
de una ocasión el porqué de tan inusuales y vistosas prendas? ¿Cuántas veces el
uso del traje no ha sido motivo de confusión con integrantes de compañías
teatrales, toreros o miembros de alguna oscura secta? ¿Quién en su andar de
tunería no ha debido soportar con temple de acero expresiones impropias de
aquellos que hacen gala de su ignorancia al vernos ataviados?
Los
tunos que nos preciamos de serlo portamos nuestro traje siempre con orgullo, al
margen de la extrañeza que pueda ocasionar en quien desconoce su uso, pues,
somos conscientes de que en él se condensa mucho de la historia de la tuna como
tradición y fraternidad universitaria. Esta es razón más que suficiente para
dedicar este espacio a desarrollar algunas cuestiones relevantes sobre su
origen y evolución.
Sirva
la advertencia de que me avocaré exclusivamente al origen del traje que se
utiliza en España y en la mayoría de países hispanoamericanos, con la esperanza
de que el tiempo me permita tratar el origen de otro tipo de trajes de tuna (p.
ej. el de las tunas portuguesas y algunas tunas colombianas, mexicanas o
peruanas) en publicaciones posteriores.
II. EL TRAJE ESTUDIANTIL DEL ANTIGUO
RÉGIMEN ESPAÑOL
Las
primeras cuadrillas de tunos fueron organizadas por los estudiantes de las
universidades españolas del antiguo régimen[2].
Fueron ellos quienes cimentaron las costumbres que inspiran a la tuna como la
conocemos, desde convivir en pequeñas cuadrillas durante el período lectivo,
hasta viajar al hogar de procedencia en época de vacaciones en lo que se
denominó correr la tuna, pasando por innovar en las más ingeniosas novatadas,
sin contar su afición por la música y la buena vida que ella les proveía en los
paseos mendicantes y las rondas. Por eso resulta oportuno escarbar en los modos
de su indumentaria para comprender el porqué del actual traje de tuna.
En la universidad del antiguo régimen se disponía el uso del traje
talar para todos los estudiantes, quienes ostentaban su indumentaria incluso
fuera de los claustros universitarios o durante el período vacacional, ya sea
por obligación de sus estatutos, como signo de distinción social o por
estrictas necesidades climáticas[3].
El traje estaba compuesto por la loba (vestidura talar o sotana,
generalmente negra[4]),
el bonete (gorra de cuatro puntas[5]),
el manteo (capa larga de paño con cuello estrecho que llevaban los estudiantes
no admitidos como colegiales[6])
y, dependiendo de la condición del estudiante, la beca (banda exclusiva de los
colegiales que, colocada sobre los hombros, cubre el pecho dejando los extremos
colgando sobre la espalda[7]).
Las universidades de la época tenían adscritos colegios que luego dieron origen a los colegios mayores[8], los que además de constituirse como recintos de enseñanza también hacían las veces de internados para los estudiantes que podían costear su estadía en ellos. Estos colegiales, por lo general hijos de nobles, hidalgos y terratenientes, se distinguían del resto de estudiantes por el uso de la beca (Martín-Sárraga, 2016, p. 11).
Los
estudiantes que no contaban con los recursos para solventar su estadía en el
colegio no residían en él[9], aunque
sí se les permitía seguir allí sus estudios, distinguiéndolos de los colegiales
por no estarles autorizado el uso de la beca. Aquellos estudiantes fueron conocidos
en la cultura popular española como manteístas[10].
La última regulación obligatoria del traje estudiantil se decretó con Real Orden del 14 de octubre de 1824, por la cual el rey Fernando VII expidió el Plan literario de estudios y arreglo general de las Universidades del Reino, donde dispone su uso riguroso en los días lectivos, destacando la incorporación del tricornio como prenda estudiantil en desuso del bonete (Gómez de Maya, 2011, pp. 240 y 241; Martín-Sárraga, 2022, p. 7).
III. LA ABOLICIÓN DEL TRAJE TALAR Y LAS
ESTUDIANTINAS DE CARNAVAL
Las
reformas liberales en España suponen el principio del fin para el antiguo
régimen y la universidad no fue ajena a estos cambios. En 1834 se suprimió el
fuero académico, con él también se acabaron ciertos privilegios de los que
gozaban los estudiantes[11]. En
1835 se suprimió el traje talar y un año después se cambió el plan de estudios,
reorganizándose así la institución universitaria.
Con
esas reformas los estudiantes que otrora se organizaban en cuadrillas de tunos
fueron perdiendo sus costumbres[12]
y, con ello, dejaron el uso del viejo traje talar y las andanzas de tunería
para las épocas de carnaval[13].
Aunque también hay referencias a la existencia de estudiantinas de carnaval en
los primeros años del siglo XIX, anteriores al final de la universidad del antiguo
régimen[14],
por lo que no es estimable culpar tozudamente a dichas reformas como causantes
de la pérdida de las añejas costumbres de los estudiantes tunos y su reducción
a las fiestas carnestolendas.
Pese a la abolición del traje talar en las universidades, los estudiantes que se agruparon en comparsas reivindicaron su uso en las épocas de carnaval y, además, también fueron recuperando ese espíritu corporativista que otrora caracterizara a las cuadrillas de estudiantes de la tuna a quienes el traje los hacía sentirse iguales los unos a los otros, sin mayor distinción de clase u origen[15].
Es
oportuno mencionar que algunas estudiantinas utilizaron el uniforme escolar que
se intentó regular luego de la abolición del traje talar. Mediante Real Decreto
del 17 de septiembre de 1845 se dispuso que:
El traje de los estudiantes para asistir a cátedra será: levita de color oscuro, pantalón, corbata negra y sombrero negro redondo. En invierno podrán llevar capa o gabán. Prohíbense las chaquetas, fajas, sombreros gachos, botines de cuero y toda prenda que esté en contradicción con el decoro que debe reinar en las aulas.
Esto hace suponer que algunas tunas hispanoamericanas, como por ejemplo la Tuna de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, utilicen un traje semejante al descrito sustentado en dicha directiva (Martin Sárraga, 2020).
IV. EL TRAJE DE LA ESTUDIANTINA ESPAÑOLA DE
1878
El
éxito de las estudiantinas de carnaval hizo que a finales del siglo XIX se las
tome como parte de la cultura popular española. En 1878 se conformó la
Estudiantina Española con motivo de la participación de delegaciones españolas
en la Exposición Universal de París,
la impronta que dejó aquella Estudiantina marcó un punto de inflexión en la historia de la Tuna y, hasta la indumentaria que diseñó para la ocasión el sastre del Teatro Real, fue imitada por las comparsas que se sucedieron hasta la llegada de la Guerra Civil Española: “jubón y gregüescos de terciopelo negro con botones de acero, y ancho cuello de encajes; medias de seda, también negras; zapatos de charol con lazo de igual color y hebilla de acero; guante blanco de cabritilla; gorra de terciopelo con un nudo de cinta amarilla y encarnada en unos pocos; en los más, sombrero apuntado (tricornio), y la funesta cuchara a guisa de escarapela” (Museo Internacional del Estudiante, s.f., Pieza de la semana N° 29).
Este
traje fue diseñado con único motivo del viaje y, como se evidencia, más allá
del negro del atuendo, del uso del tricornio y del manteo, guarda muy poca
relación con el traje talar de los estudiantes del antiguo régimen; no obstante,
tuvo mucha aceptación entre las estudiantinas académicas que empezaron a imitar
el atuendo[16].
V. EL TRAJE DE TUNA EN LA ACTUALIDAD
A
finales del siglo XIX y principios del XX, las estudiantinas académicas
empezaron a diferenciarse de las no académicas adoptando el término tuna, hasta
llegar prácticamente al desuso de la denominación estudiantina para referirse a
estas agrupaciones[17]. Lo
que para nada quiere decir que ya no existan agrupaciones que utilicen la
denominación estudiantina y aun así en esencia sean una tuna, como es el caso
de la Estudiantina de la Universidad de Guanajuato (México) fundada en 1963.
Esta
transición ha merecido que el actual traje que distingue al tuno sea denominado
traje de tuna, el cual, por lo menos el que se utiliza con frecuencia en España
y en la mayoría de países hispanoamericanos, ha sufrido ciertas modificaciones
desde la creación que hiciera en 1878 el sastre del Teatro Real de Madrid.
La
implementación de la beca a mediados del siglo XX representa una incorporación
novedosa, pero no extraña, al traje de tuna. La beca es una prenda, aunque no
exclusiva, sí muy afín a la tradición estudiantil por lo que progresivamente
fue incorporándose en los atuendos de las tunas españolas que buscaban
diferenciar el origen de sus casas de estudios y que las veían muy estéticas en
el traje, siendo la Tuna del Colegio Mayor Hispanoamericano Nuestra Señora de
Guadalupe la primera agrupación en utilizarla (Martín Sárraga, 2016, pp.
12-13).
Es curioso rescatar que la misma prenda que antes distinguía a colegiales de manteístas, hoy en día sirve para diferenciar a los tunos propiamente dichos (v. gr. veteranos) de los pardillos o novatos de la tuna, pues, estos últimos deben pasar una serie de pruebas y ser aceptados por sus veteranos para poder portar la beca.
Sobre la base de la indumentaria de la Estudiantina Española de 1878 se han ido generando ciertas modificaciones en las prendas. Tal es el caso del desuso del clásico gregüesco[18] y la incorporación del cervantino el cual ha asumido el término gregüesco, aunque con mayor precisión se trata de un gregüesco corto con faroles. Otros tunos, por su parte, han preferido el uso de taleguilla que, cuando no es muy ceñida a la pierna como debería, recuerda a los antiguos gregüescos. Bajo el cervantino o la taleguilla, siempre van ceñidas las calzas negras (confundidas frecuentemente con prendas femeninas).
La incorporación de los faroles también se ha realizado sobre los hombros de los jubones, los cuales han servido a más de un tuno -con gustos cuestionables, dicho sea de paso- como depósito para cuanta joyería se les ocurra colgarse[19].
La camisa del traje también ha variado. Mientras en la Estudiantina Española la camisa tenía cuello en gola y puños de encaje, en la actualidad las tunas han incorporado camisas modernas de clásico cuello de punta y puños sencillos, aunque también hay quienes utilizan camisa con diversos estilos de gola y puños más o menos cercanos al traje original. También destaca el uso práctico de solo cuello y puños (sin el resto de la camisa) unido al traje por cintas de pega.
Lo que no parece variar su esencia estricta respecto del antiguo traje talar y del usado por la Estudiantina Española de 1878, por lo menos en las tunas que han seguido la evolución presentada en estas líneas, es el negro de su atuendo y el uso de la capa a modo de manteo. Sobre el uso de la capa mucho se puede escribir, pero basta -de momento- con mencionar que en ella se pueden colocar cintas regaladas por las damas rondadas (a quienes se les dio serenata) o parches con los escudos de las ciudades visitadas y de los eventos en los cuales se ha participado.
Desafortunadamente
el tricornio y, peor aún, el bonete ha caído en práctico desuso. Si acaso se ve
en algunas ocasiones a ciertos tunos usando bicornios que -dicho sea de paso-
poco o nada tienen que ver con la tradición estudiantil.
VI. A MODO DE CONCLUSIÓN
El
actual traje que utilizan la inmensa mayoría de tunas españolas e
hispanoamericanas muy poco tiene de semejante con el traje talar del
universitario del antiguo régimen. Únicamente se pueden encontrar semejanzas en
cuanto al negro del atavío y el uso de la capa.
La
beca, por su parte, es una prenda de vieja data estudiantil que rescataron las
tunas de mediados del siglo XX y que ahora sirve para distinguir al tuno del
pardillo.
Con el pasar del tiempo, los tunos han ido incorporando accesorios a sus trajes, tales como las cintas y los parches sobre la capa, así como la joyería puesta en los faroles del jubón o -peor aún- sobre la beca. Esto último merece un tratamiento especial en una futura publicación.
VII. FUENTES DE INFORMACIÓN
De
Santiago Cividanes, Mariano. (1928). Costumbres escolares. Patente, novatada y
fiesta del obispillo. El Adelanto. En: https://www.museodelestudiante.com/Biblioteca/Costumbres_escolares_Pantente_novatada_y_fiesta_del_obispilloAA.htm.
Fuentes
y Ponte, Javier. (1872). Murcia que
se fue. Madrid: Imprenta de la Biblioteca de Instrucción y Recreo.
Gómez
de Maya, Julián. (2011). José Zorrilla, el último manteísta (o la supresión del
traje talar en las Universidades). Cuadernos del Instituto Antonio Nebrija (14)
2, pp. 229-264.
Martín
Sárraga, Félix O. (2013a). El paso de llamarse “Estudiantina” a “Tuna”, una
transición de algo más de medio siglo. En: https://tunaemundi.com/index.php/publicaciones/sabias/7-tunaemundi-cat/186-el-paso-de-llamarse-estudiantina-a-tuna-una-transicion-de-mas-de-medio-siglo.
Martín
Sárraga, Félix O. (2013b). La Tuna Madrileña usaba en 1879 una vestimenta
muy similar a la popularizada por la Estudiantina Española el año anterior. En:
https://tunaemundi.com/publicaciones/sabias/284-una-vestimenta-muy-similar-a-la-popularizada-por-la-estudiantina-espanola-en-1879-ya-se-usaba-las-mismas-fechas-por-la-tuna-madrilena-el-ano-anterior.
Martín
Sárraga, Félix O. (2016). El traje de Tuna. Revisión histórica. Tunae
mundi.
Martín
Sárraga, Félix O. (2020). Hubo uniforme escolar tras la abolición del traje
talar en España. En: https://tunaemundi.com/publicaciones/sabias/1580-hubo-uniforme-escolar-tras-la-abolicion-del-traje-talar-en-espana.
Martín-Sárraga,
Félix O. (2022). Vestimenta escolar e identidad académica en España. Puriq
(4). En: https://www.revistas.unah.edu.pe/index.php/puriq/article/view/357/672.
Monreal,
Julio. (1879). Correr la Tuna. La Ilustración Española y Americana. En: https://www.museodelestudiante.com/Biblioteca/Correr_la_Tuna.htm.
Museo
Internacional del Estudiante. (s.f.). Pieza de la semana N° 101 - Los
primeros pasos de las Estudiantinas de Carnaval. En: http://www.museodelestudiante.com/Pieza/Pieza101.htm.
Museo
Internacional del Estudiante. (s.f.). Pieza de la semana N° 29 - La
Estudiantina Española en la Exposición Universal de París del año 1878. En:
http://www.museodelestudiante.com/Pieza/Pieza29.htm.
[1] Tuno de la Tuna de la Universidad Nacional de Cajamarca desde el 2012. Abogado
de profesión y catedrático universitario.
[2] El término ancien régime trata de denotar al sistema de gobierno
monárquico y absolutista anterior a la revolución francesa de 1789. En el caso
español, se define al antiguo régimen como el statu quo producido entre
el reinado de los Reyes Católicos (Fernando II de Aragón e Isabel I de
Castilla) y las reformas liberales promovidas por los Borbones que se
materializaron en la Constitución de Cádiz de 1812.
[3] “La estructura social de España en el primer cuarto del siglo
XIX, cuando finalizaban los descensos térmicos peninsulares derivados de la
Pequeña Edad del Hielo que afectó al país desde el siglo XVI (Saz Sánchez,
2007), mantenía la obligatoriedad de usar el traje talar determinado por las
órdenes religiosas que fundaron los Colegios” (Martín-Sárraga, 2022, p. 4).
[4] El diccionario de la RAE refiere sobre su significado: “1. f.
sotana (‖ vestidura talar)”. Y, sobre el significado del término loba
cerrada: “1. f. Manto o sotana de paño negro que con el capirote y bonete
formaba el traje que fuera del colegio usaban los colegiales y otras personas
autorizadas por su estado o ejercicio para el uso de esta vestidura”.
[5] El diccionario de la RAE refiere sobre su significado: “1. m.
Especie de gorra, comúnmente de cuatro picos, usada por los eclesiásticos y
seminaristas, y antiguamente por los colegiales y graduados”.
[6] El diccionario de la RAE refiere sobre su significado: “1. m.
Capa larga con cuello, que llevan los eclesiásticos sobre la sotana y en otro
tiempo usaron los estudiantes”.
[7] El diccionario de la RAE refiere sobre su significado: “2. f.
Banda de tela que, como distintivo colegial, llevaban los estudiantes plegada
sobre el pecho y con los extremos colgando por la espalda, y que hoy solo se
usa en ciertos actos”.
[8] El diccionario de la RAE refiere sobre su significado: “1. m.
Residencia de estudiantes universitarios reconocida como tal oficialmente y
sometida muchas veces a un régimen especial.
2. m. Comunidad de jóvenes seculares, de familias distinguidas,
dedicados a varias facultades, que vivían en cierta clausura, sujetos a un
rector colegial que ellos nombraban por lo común cada año”.
[9] Probablemente al no contar con expediente de limpieza de sangre,
proceso costoso en el cual se debía demostrar que ninguno de sus cuatro abuelos
tenía ascendencia morisca o judaica (Martín-Sárraga, 2016, p. 12). Los
manteístas, entonces, no accedían a los colegios por no poderse pagar dicho
expediente o por no cumplir con los requisitos para pasar este examen.
[10] El diccionario de la RAE refiere sobre su significado: “1. m.
Alumno que asistía a las escuelas públicas vestido de sotana y manteo, cuando
los estudiantes usaban este traje. Se llamaba así a la generalidad de los
escolares, para diferenciarlos de los que tenían beca en los colegios mayores”.
[11] Es destacable -por ejemplo- la suerte de inmunidad que ostentaban
los estudiantes en el antiguo régimen, sustrayéndose de la justicia ordinaria y
sometiéndose, por el juramento de obediendo rectori, al juicio del
rector (Santiago Cividanes, 1928, p. 1).
[12] Julio Monreal (1879) escribiría: “Por fin vino un día funesto
para la tuna. Mandóse, de órden superior, suprimir tricornio, manteos y
sotanas, y por más que el refrán que el hábito no hace al monje, desde aquella
fecha perdieron los escolares sus antiguas tradiciones”.
[13] “Desde que se planteó el nuevo plan de estudios de 1836
organizando de otro modo los Seminarios, Universidades é Institutos, y
suprimidas las Universidades de Salamanca y Alcalá, que fueron tan célebres, no
hay costumbre de ir los estudiantes en tuna, quedando sólo como recuerdo
algunas comparsas de estudiantes que tocan y cantan jotas, y postulan por las
calles durante el Carnaval” (Fuentes y Ponte, 1872, p. 427).
[14] “Ya existían Estudiantinas carnavalescas a principios del siglo
XIX. José Vicente de Echegaray (1773-1855) escribió una tirana para la
Estudiantina del Jueves de Carnaval de 1816, varios poemas, en euskera y en
castellano, para la del año 1818 y diferentes obras para las de 1820, 1838,
1843, 1848 y 1852. La obra «Breve noticia de algunas comparsas y fiestas de
Carnaval habidas en San Sebastián durante el pasado siglo» también nos habla de
la presencia en la citada ciudad de la Estudiantina de Salamanca en el año
1827” (Museo Internacional del Estudiante, s.f., Pieza de la semana N° 101).
[15] Como refiere Augusto Conte y Lerdo de Tejada (1823-1902) citado
por Julián Gómez de Maya (2011, pp. 250-251): “Antiguamente los estudiantes de
nuestro Seminario y los de toda España tenían un traje especial, como sucede
todavía en Inglaterra y otros países, más apegados que nosotros á los usos de
la veneranda antigüedad. El nuestro eran hábitos largos y negros con tricornio
del mismo color, ni más ni menos que el que llevan todavía las llamadas
estudiantinas, que tocando la guitarra y la bandurria han recorrido no hace
mucho casi toda la Europa. Yo recuerdo haber visto todavía en mi niñez á
algunos así vestidos […]. El nuevo Gobierno abolió esta costumbre, no sé con
cuánto acuerdo, pues su existencia no molestaba mucho, y su supresión hizo
resaltar más las diferencias de clases. Los antiguos hábitos eran iguales; el
vestido burgués se diferenciaba mucho, entre pobres y ricos. El resultado fué
que poco á poco nos fuímos dividiendo en grupos, según la clase social á que
cada uno pertenecía”.
[16] En 1879 la Tuna de la Universidad Central de Madrid utilizó un traje
semejante al de la Estudiantina Española (Martín Sárraga, 2013a).
[17] Resulta importante el estudio sobre esta transición realizado por Félix O.
Martín Sárraga (2013b).
[18] El diccionario de la RAE refiere sobre su significado: “1. m. Calzón muy ancho que se usaba en los
siglos XVI y XVII”.
[19] Más antiestético es el uso de joyería sobre la beca, pero para discutir sobre
ello seguro que ya habrá espacio.
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